Este año, las temperaturas en diciembre están siendo excepcionalmente suaves, posiblemente las más altas registradas en mi experiencia desde que cultivo el huerto. Este fenómeno se refleja en el comportamiento de las plantas, como las berenjenas, que siguen su ciclo casi sin problemas, y algunos árboles que se resisten a invernar y les cuesta perder sus hojas.
Los ajos sembrados hace 8 días ya están asomando de la tierra. Desde el momento en que cada diente de ajo fue enterrado y regado, comenzaron a activarse, desarrollando raíces en busca de nutrientes. Lo fascinante radica en cómo la yema del diente de ajo determina la dirección para crecer hacia la superficie y buscar la luz del sol. Los ajos utilizan una combinación de señales ambientales, como la gravedad, la luz y las hormonas, para orientar su crecimiento, permitiéndoles emerger y obtener la luz necesaria para la fotosíntesis.
Es crucial plantar los ajos a la profundidad adecuada; de lo contrario, la germinación puede retrasarse significativamente, resultando en
plantas débiles o incluso la incapacidad de romper la superficie. Además, los ajos muestran la asombrosa capacidad de evitar piedras y otros obstáculos durante su germinación hacia el exterior. La naturaleza de su desarrollo es realmente impresionante.