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La última tomatera que queda y sobrevive en el huerto nació por si sola. A diferencia de sus compañeras no proviene de un semillero, nació por si misma de un tomate caído al suelo el año anterior y de unas semillas que quedaron en la tierra enterradas.
Cuando la temperatura fue la adecuada geminó por si misma y creció. Yo tan solo le ayudé colocándole una caña a modo de tutor y aprovechando el riego por goteo de las judías para su riego.
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Creció aislada del resto de las tomatera plantadas este año ( tal vez esos a contribuido a que resista mejor el ataque de de araña roja y enfermedades) Su crecimiento a sido menor que las colocadas en barraca, también sus cuidados han sido menores. Su producción ha sido buena.
Su aspecto ya comienza a ser malo, la mayor parte de sus hojas se han secado en cuanto bajen algo más las temperaturas dejara de florecer. Con la primera helada morirá.
Hace poco leí a un hortelano que sembraba directamente las semillas en su lugar definitivo donde germinaban y crecían. Al contrario del método normal que consiste en hacer germinar las semillas
en un semillero y luego trasplantarlas al huerto.
Tal vez en un clima templado como el mío pudiese funcionar mejorando la fase de arraigo y aclimatación a su lugar definitivo.
El próximo año quiero realizar una prueba con algunas tomateras para comprobarlo.