La sandía (Citrullus lanatus Thunb.) es un fruto no climatérico y por tanto, para conseguir un grado de calidad óptimo, el fruto debe recolectarse cuando está completamente maduro. La mancha de suelo ( la porción del fruto que descansa sobre la tierra) cambia de blanco pálido a amarillo cremoso en el estado apropiado de corte. Otro indicador de cosecha es el marchitamiento (no la desecación) del zarcillo más próximo al área de contacto entre la fruta y el pedúnculo. En los cultivares con semillas, la madurez se adquiere cuando desaparece la cubierta gelatinosa (arilo) que rodea a las semillas y la cubierta protectora de éstas se endurece. Los cultivares varían ampliamente en cuanto a sólidos solubles en la madurez. En general, un contenido de al menos 10% en la pulpa central del fruto es un indicador de madurez apropiada, si al mismo tiempo la pulpa esta firme, crujiente y de buen color.
Al rayar la piel con las uñas, ésta se separa fácilmente, el rayado de la corteza con la uña debe ser fácil.
Al oprimir el fruto entre las manos se oye un sonido claro como si se resquebrajase interiormente.
Las horas del día convenientes para la recolección son al atardecer o por la mañana temprano. El fruto se recolecta dejándole 2 ó 3 cm de longitud del pedúnculo, realizando cortes limpios, sin dejar heridas en el tallo.
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